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Foto del escritorAlejandro Britos

Runnorexia: ¿realmente existe la adicción a correr?





A estas alturas de la película no lo vamos ni a explicar ni convencer de lo maravilloso que es salir a correr. No solo es fácil y económico de practicar, dado que no requiere más equipamiento que un buen calzado (aunque cada día la inversión suponga un poco más), sino que tiene innumerables beneficios para quienes lo practican. Investigaciones científicas han revelado que correr mejora la función cognitiva, encargada del pensamiento, la memoria y la concentración, entre otros. Esto sucede porque, al parecer, el running hace que aumente el riego sanguíneo, lo que favorece la aparición de nuevas células cerebrales. Es por esto que se recomienda correr cuando tenemos que realizar alguna tarea que exija un alto rendimiento mental. Pero no solo eso: correr, además, reduce el cortisol, la hormona producida por el estrés, produce euforia y libera endorfinas y neurotrofinas, que mejoran el estado de ánimo e incluso pueden ayudar a superar la depresión. Sin embargo, no todo es bueno. Richard Benyo, periodista y corredor veterano, alertó en su libro The Exercise Fix de la existencia de la adicción al running o runnorexia.

¿Qué es (y qué no es) la runnorexia?

Se puede definir la runnorexia como una adicción al running, similar a la que sufren aquellos que son adictos al trabajo, o workaholics. Quien la padece, hace del running el motor de su vida, poniéndolo por encima de sus obligaciones, su vida social e incluso sus necesidades. Correr se convierte en su razón de ser hasta tal punto que no hacerlo les puede provocar malestar, ansiedad o depresión.

No debes confundir la runnorexia con un exceso de entrenamiento, aunque el sobreentrenamiento puede ser una de sus consecuencias. Los excesos de entrenamiento suelen ocurrir de manera puntual, por ejemplo, cuando tenemos cerca una prueba. La runnorexia, por el contrario, es una práctica sistemática y estrechamente relacionada con determinados factores psicológicos.

¿Y por qué ocurre?

Aunque no es lo habitual, un estudio realizado en los años noventa demostró que un 18% de los que salen a correr habitualmente desarrollan adicción. Hay dos factores que influyen en su desarrollo. En primer lugar, como nos apunta Cristina Pérez de Siquia, encontramos las variables mentales: al correr se liberan endorfinas, unas hormonas que se multiplican ante el placer y que, por lo tanto, generan un gran bienestar. De hecho, en su momento hablamos del subidón del runner: la capacidad del cuerpo de liberar sus propias endorfinas y que incluso tiene más fuerza que el cannabis. En segundo lugar, cabe destacar los factores sociales. La runnorexia está estrechamente relacionada con el culto a la imagen. La excesiva atención que recibe la apariencia física actualmente puede llevarte a desarrollar cierta obsesión por el deporte. Aquellos que sufren la runnorexia llegan a pensar que su valor como persona viene determinado por la cantidad de deporte que practican. ¿Qué señales pueden alertarnos sobre este problema?

Si comienzas a alejarte de tus amigos o tu familia para tener más tiempo para practicar o si sientes que el running está tan por encima de tu trabajo o tus estudios que te ausentas de tus obligaciones para correr, entonces puedes estar padeciendo runnorexia. Otras señales de alerta pueden ser ignorar el cansancio o el dolor para seguir corriendo, e incluso dedicar todo tu tiempo libre al running. Además, sentir malestar e irritabilidad ante la imposibilidad de correr puede ser también un síntoma de este problema.

¿A quiénes puede afectar la runnorexia?

Aunque todo aquel que practique algún deporte de manera regular puede llegar a volverse adicto, los deportistas profesionales son los más susceptibles a sufrir este problema. Cuando el deporte deja de ser una afición y se convierte en una obligación, es más fácil que genere niveles altos de estrés en quien lo practica. Este fenómeno tiene una explicación muy sencilla: en un deportista el deporte que practica toma parte en la construcción de su identidad. Aunque esto ocurre en todas las profesiones, en el deporte la victoria y el fracaso parecen tener un rol central. De este modo, los deportistas pueden sentir que, al fracasar profesionalmente, también fracasan como personas, llegando a pensar que su valor depende del puesto o el tiempo que consigan. La necesidad de sentirse realizados como personas puede llevarlos a desarrollar hábitos perjudiciales para su salud con el fin de conseguir la mejor marca, como, por ejemplo, entrenar por encima de sus límites, movidos por la ansiedad que les provoca la posibilidad de fallar. Recuerda que tu salud mental también afecta a tu manera de practicar deporte. Los pensamientos tóxicos pueden llevarte a desarrollar conductas tóxicas, así que procura cuidar tu mente para poder cuidar también tu cuerpo.


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